TEATRO: TRIBUS
Quizás por ser Claudio Tolcachir quien la dirige y Timbre 4 la sala que la cobija -aunque ahora se trate de la amplia sala de México y no aquella pequeña a la que había que llegar en silencio y recorriendo un largo pasillo-, en algún punto Tribus recuerda a La omisión de la familia Coleman, aunque sin su espíritu transgresor ni su humor corrosivo. Ambas abordan la familia disfuncional -un tópico, por otra parte, ampliamente visitado por nuestra dramaturgia en el pasado-, pero lo hacen con importantes variaciones (incluso temáticas), variantes que hacen que la argentina no pierda vigencia y la inglesa aparezca, al menos en esta versión, un tanto descolorida y, sobre todo, «antigua», a pesar de que se trata de una multipremiada obra de 2010.
En tono de comedia y con un humor esporádico y no siempre efectivo, Tribus se centra en una familia con un hijo sordo, que vuelve al hogar –compartido con padres y hermanos- luego de un tiempo ausente. Se trata de una familia con serios problemas de comunicación, lo que justifica la pregunta que pretende sintetizar toda la problemática de la obra: “ellos pueden oír, pero ¿son capaces de escuchar realmente?” Situada en un hogar de intelectuales para los cuales la palabra tiene un peso importante, la pieza de Nina Raine rastrea las dificultades del lenguaje y cómo circula este en un determinado grupo (con qué códigos, con cuáles prioridades o mensajes subyacentes). Los padres de Billy lo han educado como si su problema auditivo no existiese, como una forma de integrarlo, aunque, por otro lado, lo marginan. Hasta el momento, esta decisión aparenta haber dado buenos frutos, pero todo parece cambiar con la llegada de una mujer de la cual Billy está enamorado. Ella es de otra “tribu”: no pertenece a la familia, ni tampoco al colectivo de los sordos de nacimiento, ya que su enfermedad involucra un proceso por el cual está perdiendo paulatinamente la capacidad de oír. ¿Qué estará dispuesto a hacer cada uno para integrarse, para ser escuchado? En el fondo está el tema de la identidad y la pertenencia, aunque, por momentos, sea difícil abrirse camino hacia él a través de tantas voces superpuestas que gritan, un recurso –al menos en estas latitudes tan “latinas”- ampliamente utilizado y, por lo tanto, gastado como elemento para llamar la atención sobre un punto en particular (y no sólo en teatro; baste recordar programas de televisión como Intratables, que recurre reiteradamente a este tipo de procedimientos para “enganchar” a la audiencia, aun cuando se trate de un ciclo “serio” de debate político).
Si bien el tema de la dificultad de comunicación, especialmente para alguien discapacitado en algún sentido, es central, la obra expande esta cuestión en otras direcciones: ¿es la discapacidad física la única discapacidad que cuenta como barrera? ¿Qué pasa con los problemas psiquiátricos del hermano?, ¿y qué con otras «discapacidades» no tan evidentes?
Es en esta apertura que la obra gana en sutileza, aunque esto no alcance para mantener la tensión dramática a lo largo de las casi dos horas que dura la pieza, sobre todo, en función de actuaciones muy dispares.
FUNCIONES: Sábados 17 hs en Timbre 4 – México 3554 – CABA
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia: Nina Raine
Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino
Dirección: Claudio Tolcachir
Diseño de Iluminación: Ricardo Sica
Diseño de Vestuario: Ana Markarian
Adaptación de Escenografía: Sofía Vicini
Visuales: Christian Gadea
Diseño Gráfico: Karina Hernández
Fotografía: Giampaolo Samà
Elenco: Gerardo Otero (Guille), Miriam Odorico (Betty), Lautaro Delgado (Daniel), Viki Almeida (Cinthia), Maruja Bustamante (Vanina), José María Marcos (Jorge)