TEATRO: HIDALGO

 

UNA PROPUESTA QUE APELA  A LA EMOCIÓN

Con la misma ternura con que la directora y dramaturga construyó el universo de La Pilarcita (1) , pero sin esa espesura dramática, María Marull vuelve a escena con esta pieza más simple, que apela al humor para bucear en la relación entre dos personas que parecen no tener nada en común: un adolescente que debe terminar un trabajo práctico sobre el poeta uruguayo Hidalgo para no repetir el año y la mujer encargada de vender el departamento que él y su padre ocupan “de prestado”.

La obra, de solo dos personajes, va construyendo un clima de progresiva intimidad a través de un diálogo ágil y caracterizaciones sólidas. Los que parecen ser dos mundos totalmente disímiles se van acercando a medida que crece el tiempo que están obligados a compartir: la mujer de oficina, con un modesto puesto en una inmobiliaria, debe esperar junto al adolescente que prácticamente “acampa” en el lujoso departamento que venga la pareja de extranjeros que puede dejarle un jugoso dinero en concepto de comisión por la venta, si esta logra concretarse. Son realidades diversas, que ambos enfrentan, además, desde posturas diversas, aunque en el fondo arraiguen problemas parecidos de soledad o de insatisfacción. La dramaturga saca el mejor partido del meollo de esta confrontación sin nunca hacerlo evidente o bajar línea filosófica que no sea sutil.  Las situaciones pueden llegar a pecar de excesiva sencillez, pero nunca de trazo grueso o de resolución facilista. Paula Marull –hermana de la directora y autora- impone su pregnancia escénica, dejando que su criatura avasalle en el escenario, acompañada por un Agustín Daulte menos exigido en el desborde por la introspección de su personaje, pero que, igualmente, impone su corporalidad con la intensidad justa requerida. También en este sentido puede marcarse un contrapunto fructífero.

La poesía de Hidalgo o su sentido revolucionario no juegan un papel de relevancia en la trama de esta obra que lleva su nombre. Aunque desde una vertiente absolutamente secundaria, María prefiere focalizar en otros tópicos: su alegría, su modo de enfrentar la muerte, aquellas cosas -quizás triviales- que debieron gustarle. Es interesante este trabajo de interpretación que sus personajes encaran a partir de los escasísimos datos del patriota con que cuentan, porque al asemejarse, en algún punto, a la tarea del teatrista y de su público (tareas de construcción y de deconstrucción, podría decirse) muestran que no siempre el camino más transitado, o el más fuertemente estructurado, es el que mejor da cuenta de aquello que se quiere representar. Tal vez lo más fértil de la mirada sea esa capacidad, que a veces olvidamos, de reparar en los detalles. Exactamente lo que ha puesto Marull en juego en esta pieza… si uno puede dejarse llevar y mirar.

FUNCIONES: jueves 21 hs. y viernes 13 hs. en El camarín de las musas – Mario Bravo 960 – CABA

FICHA TÉCNICA

Dramaturgia y dirección: María Marull

Elenco: Agustín Daulte y Paula Marull

Vestuario: Jam Monti

Escenografía: José Escobar

Iluminación: Matías Sendon

Fotografía: Sebastián Arpesella

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