TEATRO/ARTES ESCÉNICAS: LA ILUSIÓN DEL RUBIO
La obra de Santiago San Paulo es una de las veintiuna premiadas en el marco de la convocatoria “Nuestro Teatro”, realizada por el Teatro Cervantes, en el mes de mayo. Tal cual figuraba en las bases del concurso, todas las piezas ganadoras fueron representadas y filmadas en la sala María Guerrero del complejo para su posterior exhibición en el Cervantes Online. Allí, desde el quince de este mes, es posible acceder a La ilusión del Rubio, la primera en registrarse en video[i]. Con más de dos mil quinientas visitas sumadas en pocos días, la obra es una muestra del interés que sigue despertando el buen teatro, independientemente de las limitaciones que imponga la pandemia a la esencial convivencia de artistas y público en la misma sala.
La pieza se basa en un caso real: la desaparición de Facundo Rivera Alegre, ocurrida en febrero de 2012, en un confuso episodio, tras un baile de cuarteto. Puesto que se trata de un hecho que realmente sucedió, la mayor parte de los datos incluidos por el dramaturgo en el texto son verdaderos, pero abordados desde la ficción; una que vuelve a darle voz al muchacho de diecinueve años para contar su historia y, por qué no, reclamar justicia. Su “fantasma”, entonces, nos hará conocer pasajes de su vida, especialmente sus últimos días y quienes, de algún modo, estuvieron vinculados con su muerte, así como los encubrimientos que la siguieron e hicieron posible que el cuerpo jamás apareciera. El tema de la falta de una clausura en ausencia del cadáver, dolorosamente conocido para todos los argentinos, está en la base del texto dramático de un modo para nada casual, ya que San Paulo formó parte del Grupo Zéppelin de Jorge Villegas, conocido por su actividad en relación a los Derechos Humanos. Fue allí donde conoció a Viviana, la madre de Facundo, quien pidió ayuda para visibilizar su búsqueda: la búsqueda de su hijo. Tampoco es azaroso que en la obra se mencione a un tío desaparecido durante la Dictadura, la violencia policial, un “milico roba-bebés” y las persecuciones en general. La historia de Facundo nos retrotrae necesariamente a todas esas cosas.
La ilusión del Rubio, magistralmente interpretada por Martín Slipak, con la excelente dirección de Gastón Marioni, logra, efectivamente, llevarlo a escena, mostrando siempre el artificio –un actor que le “presta” el cuerpo, el teatro que le da lugar-, sin duda, una muy buena elección de la puesta. Por lo demás, Facundo cobra vida en la medida que se nos hacen accesibles sus costumbres y los lugares que frecuenta, la gente que lo rodea, su vulnerabilidad como un chico de un barrio marcado (no puede cruzar al otro lado sino dando una larga vuelta, es sospechoso siempre, aun antes de hacer nada).
La elección estética para el formato audiovisual, en el que está registrada la obra, la acerca más al teatro filmado que al cine. A los planos generales con cámara fija, tal como se acostumbra, se le agregan algunos más cercanos, pero siempre guardando esa “objetividad” sobria que el teatro filmado reserva para el espectador imaginario, opción estética muy frecuentada por este tipo de grabaciones en las que la acción pasa exclusivamente por un monólogo. Esta elección, lejos de ser una limitación, en este caso, obra como un medio para resaltar la puesta en escena y el hecho de que se trata de un acontecimiento teatral, uno que cuando pueda, muy probablemente, verá la luz de las salas de todo el país. Se lo merece.
Una de las canciones que forman parte de la obra -la musicalización es otro acierto- fue escrita por Facundo Rivera Alegre. Un homenaje y una forma de cumplir su sueño.
ACCESIBLE EN CERVANTES ONLINE
FICHA TÉCNICA
[i] No la primera en subirse al canal de YouTube del Teatro, en la que desde el 4 de diciembre figuran obras de dicho concurso.