TEATRO: SERÍA UNA PENA QUE SE MARCHITARAN LAS PLANTAS

PURO TALENTO EN UNA PIEZA DEL MEJOR TEATRO

Llegó a Buenos Aires un nuevo trabajo del dramaturgo croata Ivor Martinić, de quien vimos Mi hijo solo camina un poco más lento[i], una obra multipremiada y de igual sutil sensibilidad que esta nueva pieza, una joyita que se presentó por solo trece días (hasta ayer), pero merecería estar en cartelera mucho tiempo más por su manera de abordar el dolor ante cualquier separación y esa excelencia que suele tener su teatro.

Estrenada en Barcelona (España) y en Croacia, no es la primera vez que Sería una pena que se marchitaran las plantas se da en Buenos Aires. El año pasado formó parte de la programación de Moscú Teatro, dirigida por Julieta Abriola. Esta puesta, sin embargo, tiene la particularidad de tener al mismo Martinić en la dirección y en escena, un plus que se hace sentir en la recepción, al crear un juego especialmente jugoso con los actores, que entran y salen del mundo ficcional, interactuando con el verdadero autor. Los tres –la pareja protagónica (Victorio D’Alessandro, argentino, y Julia Ferré, española) y el dramaturgo- componen un triángulo que dinamiza la pieza, abriendo el sentido que, de esta manera, trasciende el doloroso intercambio verbal, emotivo, pero poco original en su forma. Así, la tensión de la crisis de pareja que propone se ve interrumpida por ciertos comentarios reflexivos sobre su puesta en escena, algunos no exentos de humor, todos con un efecto distanciador. Por otro lado, el hecho de que los tres sean de distintas nacionalidades, aunque tanto Victorio como Martinić actualmente vivan en España, abona esa multiplicidad algo caótica a la que apunta el dramaturgo cuando, al comienzo de la obra, habla de las condiciones en las que escribió el texto: esa mezcla de idiomas que lo sobrevolaba en Barcelona, entre su croata natal y los otros que rondaban su cotidianidad (catalán, español, pero también inglés), mezcla que refleja la pieza. Es en este sentido que cobra especial importancia el largo parlamento de Julia en catalán, que luego repite en castellano, pero sin explicitar que es una traducción (de hecho no tiene esa función, sino que es intrínseco a aquello que sucede en escena). Es parte de la peculiaridad que pretende el autor para cada puesta, en un aquí y ahora en el que el bagaje de cada actor, su pertenencia y su creatividad, tengan cabida.

sería una pena

Sería una pena que se marchitaran las plantas habla de la ruptura de una relación amorosa. El motivo parece algo banal –el no recordar uno de ellos el acontecimiento que para el otro es el más importante de la vida que compartieron- pero esconde una crisis en apariencia definitiva. A través de los recuerdos, la ex pareja intenta contar su historia en común y en el intento –en la ficción y en el poner en escena- problematizar los modos de expresarse en forma verbal y crear una historia factible de ser contada (y asumida).

La obra tiene una estructura abierta. Cada puesta en escena es diferente y los actores usan sus propios nombres, edad y biografía, y colaboran en la creación mediante un proceso de improvisación que, en principio, tuvo a Barcelona como escenario. El resultado es, simplemente, magnífico.

[i] En cartelera desde el 2014 hasta este año. Para ver crítica clickear aquí

https://elespectadorcompulsivo.wordpress.com/2015/12/09/teatro-mi-hijo-solo/