TEATRO: TOM PAIN

Quienes conozcan los recursos de las vanguardias –sobre todo de la primera- y su consigna de espantar al burgués, que la precede, no se sorprenderán ante una obra que hace de este tipo de provocación su mecanismo fundamental: crear expectativas para conservarlas insatisfechas, dejar sin clausura una narración o fragmentarla al máximo, cambiar los esperables tonos dramáticos por otros de índole cómica, o viceversa. Estos y otros procedimientos similares constituyen la base de la pieza de Will Eno (EEUU, 1965) que lleva el consecuente epígrafe “basada en nada”. Estrenada en el Festival de Edimburgo de 2004, Tom Pain ya lleva cosechados algunos premios.

A pesar de que se trata de una pieza dramática de extrema amargura, no puede decirse que la obra sea todo el tiempo oscura, que pinte únicamente un universo sin salida, ya que matiza bien –aunque de forma errática, de eso se trata, precisamente- los momentos más duros con otros más livianos, casi pasos de comedia. Impredecible y vertiginoso el monólogo de Tom Pain combina varias historias -que, en realidad, son una sola- para hablar del miedo y del dolor: un niño con sombrero de vaquero, un perro a un costado del camino, un panal de abejas y el amor que no fue, todo mezclado y presentado en montón con un lenguaje brillante, en el que abundan los juegos de palabras o simplemente la paradoja existencial.

Con ecos de James Joyce y Samuel Beckett la obra cuenta con la magnífica actuación de Rogelio Gracia, quien le impone su contundente presencia y el matiz justo que el texto dramático requiere.

Para espectadores dispuestos a una travesía profunda pero no siempre agradable.

 

FICHA TÉCNICA

Autor: Will Eno

Traducción: Stefanie Neukirch

Dirección: Lucio Hernández

Actúa: Rogelio Gracia

Iluminación: Rosina Daguerre

Diseño de Sonido: Federico Moreira

Fotografía: Robert Yabeck