TEATRO: JUANA LA LOCA, DE PEPE CIBRIÁN CAMPOY

LA JOVEN, LA VIEJA, LA QUE SOPORTA EL ENCIERRO, LA REINA, TODAS LAS JUANAS EN UNA OBRA EXCEPCIONAL

El teatro tiene la facultad –no por habitual, menos sorprendente- de permitirnos asistir al momento en que un mundo se despliega, completo, ante nuestros ojos, y ser parte y emocionarnos, sabiendo que lo que allí sucede es algo único, cada vez. Siempre el teatro obra ese milagro; pero a veces, ese mundo que los artistas nos proponen es especialmente bello e inquietante, perfecto, conmovedor en un doble sentido: en cuanto a la historia que nos muestra, pero, también, a la obra en sí misma, como pieza de arte, con ese plus de placer que permite el talento cuando descuella en escena. Tal es el caso de esta versión del maravilloso texto de Pepe Cibrián Campoy, que dirigió Ana Padilla y pudo verse en el Patio de Actores durante  los meses de septiembre y octubre, y, próximamente, en una nueva temporada.

juana la loca

Como personaje histórico, Juana la loca tiene ese especial atractivo que poseen todos los de esta clase al ser llevados a escena, puesto que el teatro permite hurgar, a través de la ficción, en vidas reales, que por una u otra razón trascendieron; vidas, en general, marcadas por la épica o un sino trágico. En este sentido, Juana es sobresaliente: mujer, reina, con posiciones tomadas no siempre en el mismo sentido que el impuesto por su entorno o las costumbres de la época, casada con un hombre al que celó quizás en demasía, fue decretada loca y encerrada durante cuatro décadas con el fin de apartarla del trono. Traicionada por, prácticamente, todos los hombres que la rodearon, en la obra de Cibrián Campoy reflexiona en verso acerca de su vida, pasando por cada etapa y todos los estados de ánimo: Juana joven, Juana vieja, enamorada, viuda, celosa, humillada, loca, reina, dueña, vencida y vencedora en su soledad.

Ana Padilla aprovecha al máximo el espacio escénico, multiplicándolo a través de un sencillo dispositivo (un trono y dos pequeñas tarimas, una delante y otra atrás), potenciado por una iluminación magistralmente diseñada y los gestos y tonos que ha marcado para esta Juana, tan bien interpretada por María Seghini. No es usual ver a un personaje pasar por tantos cambios (de edad, de situación, de humor) tan expresivamente, sin que haya alguna exageración o una marca demasiado notable que “facilite” al espectador el ubicarse. Nada desentona en esta Juana La loca y es conmovedor verla correr, con ese vestido verdoso, por el palacio o la cárcel, rondar el encierro, desmayarse o discurrir en distintas posiciones, tan viva aun desfalleciendo, tan asible en su humanidad.

Una obra para estar atentos y no perdérsela cuando reestrene  en 2022.

FICHA TÉCNICA

Texto: Pepe Cibrián Campoy

Dirección: Ana Padilla

Actúa: María Seghini

 Música original: Ana Foutel

Vestuario y escenografía: Pepe Uría

Diseño de iluminación: Daniel Gismondi

Realización de vestuario: Patricia Terán

Fotografía: Emiliano Chico

PALABRAS DE LA DIRECTORA: La primera vez que vi Juana la Loca me enamoré de la pasión que había en ese texto. Cuando lo tuve en mis manos me di cuenta que era muy actual. Que esa pasión de amor la llevó a dejarse maltratar, herir, engañar, traicionar. Además esa pasión no era sólo la del amor, sino la pasión que tenían los hombres por el poder, la pasión por dominar, conquistar y robarle al otro su integridad. Y estas pasiones la llevaron a su supuesta locura y al encierro. Vemos cómo un espíritu libre y rebelde como el de Juana termina siendo destruido por sus celos, la ambición y el desamor de los otros.

Ana Padilla